Estamos en la segunda evaluación

12/03/2013

 Las notas de nuestros hijos han ido mejor o peor. Creemos que remontarán, que aún pueden recuperar el curso, las asignaturas, el tiempo perdido… les ponemos profesores, les castigamos, les incentivamos… Es la eterna canción que repetimos curso tras curso, o bien, este es el primer año que flojea…Hemos hablado con el tutor/a, o hemos pedido reunión urgente. Un curso mas, o por primera vez en su etapa de escolarización. Nos preocupamos, o lo dejamos pasar…¡él/ella puede¡

Claro que sí, pero si está suspendiendo a pesar de las ayudas, a pesar de los refuerzos, a pesar de su buena capacidad… ¿cómo explicar su pobre rendimiento académico? ¿cómo entender lo que le pasa?

Es fácil recurrir a tópicos manidos: la pereza, no le da la gana, no está motivad@, … Sin embargo convendría tener presente que  esa actitud es, mas que una causa,  la consecuencia de algo, la manifestación visible de que algo no está funcionando y que hay un sentimiento interno, una creencia implícita que lo sostiene y mantiene y por mucho que insistamos en que se aprenda la materia, poco tiene que ver con los recursos académicos y mucho con los recursos personales.

Así intentamos cosas que en principio funcionan, pero que al final no resuelven.

Hace falta parar, y mirar. Saber qué es lo que realmente se necesita cambiar y ver más allá, el conjunto.

¿Necesitamos cambiar los resultados o necesitamos cambiar a la persona? ¿O necesitamos que la persona cambie para que cambien los resultados?

Los sentimientos funcionan como un “panel informativo” que nos lleva a seguir (o no) por el camino que vamos. El semáforo de nuestra dinámica vital. O, al menos, debería ser así. (Verde: adelante, amarillo: precaución, rojo: detente)

Reconocemos sentimiento

Distinguimos entre persona o situación

Es decir, paramos o ralentizamos, nos tomamos un tiempo para darnos cuenta de QUÉ NECESITAMOS y QUÉ NECESITA NUESTRO ESTUDIANTE.

Vamos a centrarnos en tres emociones básicas:

IRA

TRISTEZA

MIEDO

Que producen determinados sentimientos y que nos están indicando que “necesitamos algo”, por ejemplo:

Ira: seguridad (nuestro hijo se enfada por tener que estudiar…probablemente por sentirse incapaz de obtener resultados, cumplir expectativas…)

Tristeza: afecto (nuestro hijo no expresa, no hace, se muestra taciturno, tira la toalla…probablemente por sentir que es torpe, inútil…)

Miedo: reconocimiento (nuestro hijo se paraliza, se bloquea, … probablemente se siente superado por las circunstancias…)

Esto no son mas que ejemplos. Puede darse una emoción o varias, una combinación. No hemos de hacer una interpretación literal, solo tener presente que esas broncas que tenemos en casa, esas decepciones, esas angustias, esos esfuerzos porque aprenda las materias, a veces no tiene que ver con dificultades académicas, si no dificultades personales.

Aquí ya nos movemos en aguas mas profundas y que no acostumbramos a visitar. Puede ser necesario ir acompañados, y vale la pena, pues desde este espacio es donde podemos vislumbrar aquel lo que resuelve, que funciona y resuelve.

Cuando yo sé lo que necesito, ya puedo ir a buscarlo, a cultivarlo, a obtenerlo. Ya puedo establecer el plan, ya puedo buscar y encontrar las estrategias que me ayudarán a conseguirlo.

Es importante tener en cuenta que una vez sé, reconozco y asumo lo que necesito, el camino para conseguirlo puede ser corto o puede ser largo, pero me llevará un tiempo y un trabajo.

Difícilmente lo obtendré en lo inmediato, porque en lo inmediato solo se satisfacen las necesidades físicas.

 

 

 

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